La bodega que regenta José Cobos se presta a la confusión: los ciudadanos no saben que entre sus terrazas transcurre una vía completamente pública

06/03/14. Sociedad. Durante la mañana de ayer, EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com conversó y paseó por el centro antiguo de Málaga con la presidenta de la Asociación de Vecinos de este barrio, María José Soria. Las obras finalizadas de la Plaza de la Judería no convencen a los vecinos. La intervención de la bodega El Pimpi en esta plaza, menos.

POCA gente sabe que entre la calle Granada y la calle Zegrí (anexa a la calle Alcazabilla) hay un pasadizo que conecta ambas vías. Poca gente lo sabe porque el pasadizo está camuflado por la terraza de la bodega El Pimpi y las mesas de El Pimpi Marinero. El negocio que regenta el empresario José Cobos, además, sobrevuela por encima del pasadizo, que no indica en ningún momento que se trata de una vía pública. Cobos también se prepara para adaptar un solar en la recién abierta Plaza de la Judería (aún sin nombre definitivo) y convertirlo en un “patio andaluz” que explotará durante cinco años. María José Soria, presidenta de la asociación de vecinos del Centro Antiguo, entiende que, si bien el espacio municipal aún no cuenta con nombre definitivo, la gente conocerá a la plaza como “la plaza de El Pimpi”.

EL solar que El Pimpi convertirá en un patio andaluz ni siquiera es suyo. Era propiedad del Ayuntamiento de Málaga, que se lo cedió a la Comunidad Judía de la provincia para que ésta se encargase de edificar una sinagoga y un museo sefardí, cosa que no ha hecho debido a los problemas económicos que sufre. El abogado y asesor urbanista Álvaro García-Cabrera explicó a esta revista que creía que en el régimen de cesión se incluía el cambio de propiedad (del Ayuntamiento a la comunidad religiosa), por lo que El Pimpi no estaría negociando con la administración, sino con un privado (la Comunidad). A pesar de ello, que un negocio privado recoja las migajas de un proyecto público que no se ha acometido completamente ha sido bien recibido por la Gerencia Municipal de Urbanismo y el concejal responsable de la misma, Francisco Pomares.

URBANISTAS, arquitectos y vecinos coinciden en que el de El Pimpi con la Judería es un nuevo ejemplo de la “privatización del espacio público”. El empresario de esta bodega, José Cobos, mostró su interés por explotar este recinto hace semanas, pero las suspicacias de la oposición le hicieron dar marcha atrás. De poco ha servido, porque las intenciones de Cobos ahora se están materializando.

EL solar que se convertirá en patio andaluz es la mayor parte de la nueva plaza, que queda encajonada por culpa del bloque del Pimpi Marinero. De hecho, el edificio de El Pimpi Marinero ya tuvo problemas antes de que fuese ocupado por este establecimiento. Los problemas fueron con el citado asesor urbanista García-Cabrera, que denunció e impugnó la licencia urbanística de este inmueble que ahora ocupa el negocio de mariscos y pescados porque había edificado por encima de los límites de altura aprobados y no había respetado los márgenes de separación entre bloques. García-Cabrera llegó a un acuerdo con los anteriores propietarios de este bloque, que rebajaron su edificabilidad en altura y se separaron del inmueble en el que este asesor tiene su despacho. Ahora, El Pimpi Marinero vuelve a caer en los mismos problemas: en esta ocasión no respeta los márgenes y encajona de una forma muy aguda a los inquilinos de las viviendas de protección oficial realojadas. Para muestra, la situación del balcón de uno de los vecinos.

EL plano muestra en rojo el solar que ocupará El Pimpi, en azul, el emplazamiento que esta bodega ya ocupa con su terraza regular. En verde, los inmuebles terminados del plan de la Judería. Se puede apreciar cómo El Pimpi Marinero está prácticamente pared con pared con las viviendas de protección oficial. En  amarillo, destaca las vías públicas.

DURANTE el paseo con la presidenta de la asociación de vecinos del Centro Antiguo, esta revista pudo tomar testimonio al artista plástico Juanjo Fuentes, que mostró una opinión negativa ante la actuación de la Plaza de la Judería y la intervención de El Pimpi. María José Soria recalcó que los turistas y vecinos “no saben que esta calle une Alcazabilla con Granada” porque “creen que es la entrada a un bar”. Al mismo tiempo, Soria quiso recordar que no tienen “ningún problema” con los bares y la hostelería de Málaga y que su asociación entiende la situación de la economía en Málaga, pero también manifiesta que la ordenanza está para cumplirla. Cosa que, según esta vecina, no se hace, por ejemplo, cuando los negocios abandonan mercancía en la vía pública.

ESTA revista continuará informando a lo largo de varias entregas sobre la conflictiva situación que sufren los vecinos del Centro Antiguo, donde la hostelería y la falta de control les hacen sufrir ruidos, desmanes en la ordenación o dificultades en el servicio de limpieza.

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