La Sociedad General de Autores y Editores se llevó el 10% de lo recaudado por la Fundación Paz y Solidaridad, cobrando incluso por gente que no fue al certamen
08/06/06 MÁLAGA. Los
grupos rebajaron su caché, numerosas instituciones aportaron
fondos y se desplegó una red de decenas de voluntarios que trabajaron
gratuitamente para poder llevarlo a cabo.
La Sociedad General de Autores y Editores se llevó el 10% de lo recaudado por la Fundación Paz y Solidaridad, cobrando incluso por gente que no fue al certamen
Amparanoia, cabeza de cartel del recital, muestra su malestar a EL OBSERVADOR
08/06/06 MÁLAGA. Los grupos rebajaron su caché, numerosas instituciones aportaron fondos y se desplegó una red de decenas de voluntarios que trabajaron gratuitamente para poder llevarlo a cabo. El Festival Entresures, celebrado el pasado 6 de mayo en el Auditórium de Málaga por la Fundación Paz y Solidaridad de CC. OO., fue todo un éxito. Se consiguieron recaudar algo más de 30.250 euros que iban a ser destinados íntegramente a los colegios de los niños saharauis en los campamentos de refugiados de Tindouf construidos hace más de 30 años. Sin embargo, según ha podido saber EL OBSERVADOR, la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) exigió su diezmo, y se embolsó el 10 por ciento de la caja.
EL sistema de recaudación utilizado por la organización del Festival consistía en poner a la venta bonos solidarios por valor de cinco euros a modo de entrada. Carmen Rodríguez, secretaria de Información y Juventud de CC. OO. Málaga, admite que alrededor de un diez por ciento de los 6.050 bonos vendidos fueron adquiridos por gente que no acudió al concierto, pero que se sentían solidarios con la causa. Es decir, que la SGAE también se cobró la parte de aquellos que no estuvieron en el Auditorio Municipal. El canon pagado a la Sociedad General de Autores y Editores ascendió finalmente a 3.268,68 euros.
"NO es que se mostraran intransigentes en las negociaciones, es que simplemente no hubo negociaciones” comenta Alfonso Martínez, presidente de la Fundación Paz y Solidaridad. “Ellos entendieron que no había lugar a ninguna clase de rebaja o exención en su impuesto pese a que se trataba de un acto benéfico. Se limitaron a taladrar los bonos y llevarse el dinero”, añade.
EL OBSERVADOR habló ayer con Amparo Sánchez, de Amparanoia, grupo que figuraba como cabeza de cartel del festival, una formación que se ha distinguido por su compromiso social. Amparo admitió que no sabía que la SGAE se había quedado con más de 3.000 euros de los bonos y reconoció que habían rebajado considerablemente el caché por su actuación, hasta cubrir los gastos de los técnicos, músicos y desplazamiento. “Es la manera de actuar de la SGAE. A los artistas no nos consultan, van por su cuenta. Estoy segura de que ese dinero no nos va a llegar a nosotros. Y qué quieres que te diga, no me parece bien que se haga esto en un festival benéfico”, afirmó. El resto de grupos que participaron en el festival consultados, los malagueños Zur, Wadada Sound System y Leroy Onestone, (todos rebajaron su caché a menos de la mitad, según confirmó el propio festival) también se mostraron críticos con el proceder de la sociedad de gestión.
"ES triste, porque mucha gente trabajó para que saliera adelante y nadie se llevó nada”, dice Carmen Rodríguez. De “lamentable” lo tilda Francisco Guerrero desde la Federación Andaluza de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (FANDAS), quien comenta “que se dedican a sablear esta clase de proyectos solidarios que ayudan a niños que los están pasando realmente mal”.
ESTE mismo año, en enero, Juan Nebreda, director de SGAE de la zona centro, afirmó: “si mañana Nike monta un concierto benéfico y destina el dinero a los niños de África, por ejemplo, sí se cobra porque se considera que es una acción publicitaria, pero desde luego no en casos como el del festival de Fuentepelayo”. El ejecutivo de la sociedad de gestión se refería al caso ocurrido en el pueblo segoviano de Fuentepelayo, donde la SGAE cobró 518 euros por derechos de autor en un festival de teatro gratuito y sin ánimo de lucro que desde hace más de dos décadas organiza un colegio para niños discapacitados psíquicos. En esta ocasión la actuación acabó en los tribunales y la SGAE reconoció su error. Habrá que ver si sucede lo mismo con los niños saharauis.
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