15m_wantsyou15MÁLAGA. 18/10/11. José Alberto Martínez. El miembro de la Comisión de Comunicación 15-M Málaga y coordinador de 15Málaga / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com ofrece su visión de este movimiento democrático y las razones que le llevan a formar parte del mismo: “Por fin encontré...
15m_wantsyou15MÁLAGA. 18/10/11. José Alberto Martínez. El miembro de la Comisión de Comunicación 15-M Málaga y coordinador de 15Málaga / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com ofrece su visión de este movimiento democrático y las razones que le llevan a formar parte del mismo: “Por fin encontré el tratamiento a mi indignación. A base de hablar, debatir, manifestar, sentir y compartir en la plaza de la Constitución creo que me estoy curando de mi indignación, o al menos, estoy en tratamiento”, explica.

Motivos de indignación. La semilla de mi indignación no para de crecer con los periódicos que leo, los telediarios que veo, el rescate a los bancos que quiebran, los desahucios…

LOS motivos de mi indignación vienen de lejos. Tengo 37 años, nací en Madrid y llevo ocho años viviendo en Málaga. Trabajo en una empresa multinacional dedicada al sector sanitario. Soy consciente de lo que sucede en este mundo en que vivimos desde hace tiempo y, si tengo que ser sincero, no me gusta. Corrupción por doquier, tratos de favor, enchufismo, fraude, comisiones. Y resulta que el 15 de mayo de 2011, la gente salió a la calle a protestar, y no sólo eso, si no que acamparon en los centros de las ciudades criticando y proponiendo nuevos caminos, organizándose para intentar cambiar la situación. “¡Me apunto del tirón!”, pensé.

ME acerqué tímidamente a la acampada establecida de la plaza de la Constitución de Málaga. Leí las pancartas colgadas de las palmeras y pegadas en el suelo, escuché atentamente las conversaciones y rápidamente entendí que la primera necesidad era cenar. Regresé al rato con una olla llena de arroz.

HAN pasado ya cinco meses desde aquella noche y desde entonces no ha dejado de alimentar y engordar mi indignación. Cada telediario que veo, cada periódico que leo, cada intervención política que analizo, cada banco que quiebra al tiempo que sus directivos cobran indemnizaciones astronómicas, cada desahucio… están haciendo que mi indignación no pare de crecer. Y me pregunto, ¿parará de crecer en algún momento? ¿Dejará de hincharse aquel arroz que comimos hace cinco meses?

motivos_indignacion

EL futuro inmediato que se nos avecina no parece que vaya a calmar esta indignación desbocada, esta hinchazón. Es más, tendré que dejar espacio en algún lugar de la casa para que siga creciendo. Menos mal que, un par de veces por semana, las reuniones y las charlas de la plaza de la Constitución me sirven de calmante y puedo aliviar un poco este mal compartiéndolo con gente que adolece de lo mismo. Me da por pensar que la indignación se ha convertido en un cáncer social y no parará hasta alcanzar alguno de sus objetivos. Hasta mi familia me llama perroflauta, cariñosamente claro.

La semilla de la indignación, el conocimiento

HIJO de familia numerosa en un barrio de inmigrantes y deprimido, como era el barrio de Vallecas en Madrid, tuve la oportunidad de acceder a una carrera universitaria. Elegí Periodismo entre varias opciones, Filosofía, Filología, Sociología. Realmente me considero producto de la “titulitis” que inundaba la España de los 80 y 90, “hay que estudiar una carrera universitaria para ser alguien”, decían.

EL conocimiento crítico al que tuve acceso en la universidad y el roce con los hijos de las profesiones liberales, hijos de médicos, periodistas, publicistas y políticos, abrió mis ojos a otras formas de vida, otras realidades que, de no haber salido de mi barrio obrero, no hubiera podido conocer nunca. Las lecturas críticas sobre todo tipo de temas y este choque de clases sembraron en mí la semilla de la indignación.

TRAS terminar la carrera encontré sucesivos trabajos de reportero, creo que ahí fue donde mi indignación comenzó a desarrollarse, al conocer realmente el funcionamiento de la sociedad. Mientras, veía como otros jóvenes saltaban al mercado laboral directamente, un mercado deseoso de contratar albañiles, ferrallas, fontaneros, carpinteros, escayolistas, gruistas y demás oficios relacionados con la construcción. Incluso yo hice mis pinitos trabajando como pintor de brocha gorda.

LUEGO llegó la experiencia internacional, viajes fuera de España y un año viviendo en Italia. También la información recabada en el extranjero y, sobre todo al compararla con nuestra sociedad, vino a incrementar esta indignación que no me paraba de crecer.

POR fin llegó el 15-M criticando la situación actual y solicitando más participación democrática ciudadana fuera de los viciados partidos políticos y sindicatos mayoritarios, desintegrando esa política oficial de los grandes despachos que siempre ha olido a chamusquina. Por fin encontré el tratamiento a mi indignación. A base de hablar, debatir, manifestar, sentir y compartir en la plaza de la Constitución creo que me estoy curando, o al menos, estoy en tratamiento.

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