CICO. 30/10/12. Javier Martínez. Opinión. Javier Martínez, coordinador del suplemento CICO / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, vuelve a escribir en este medio, esta vez desde los Países Bajos. En Centroeuropa se ha encontrado con imprevistos, fruto de la mala coordinación entre universidades. “Si la UMA pusiese algo más de interés en ofrecer detalles de lo que nos espera a kilómetros de distancia, podría aprovecharse aún más la beca”.
La experiencia Erasmus, una odisea de desinformación
LA aventura de un estudiante con beca en el extranjero dura desde el primer momento en el que se plantea aprovechar la oportunidad hasta que, meses más tarde de su estancia, recibe el último céntimo prometido por el Estado. Entre medias, un lío de papeleo, llamadas, nervios, solicitudes y reuniones que el alumno espera que termine cuando coja el avión rumbo a su destino. Nada más lejos de la realidad. Cuando el estudiante tiene la primera conversación con el encargado de Relaciones Internacionales en ese país de Centroeuropa, tan aparentemente idílico, se da cuenta de que va a tener que luchar hasta el último crédito convalidado. Y aún hay gente que llama vagos a nuestra generación sin ningún tipo de pudor.
MI caso no es especialmente sangrante. Estoy en Países Bajos de Erasmus, lo conseguí, que no es poco; mis clases no son de Periodismo (mi carrera en Málaga) pero son interesantes; y tengo la esperanza de poder terminar la carrera en los cuatro años de rigor. Pero a pesar de que mi historia sirva de ejemplo, no puedo olvidar a todos mis compañeros que se han quedado sin poder disfrutar de su beca porque no les ofertaban nada que tuviera sentido, que les pedían requisitos de los que nadie les había avisado, o a los que llamaban semanas antes de coger el avión diciéndoles que lo mismo no tenían plaza. Incluso una experiencia Erasmus en la que todo salga razonablemente bien tiene detalles que te hacen dudar de lo conveniente del viaje.
MIS primeros problemas, que como recalco no son nada en comparación a los descritos, empezaron cuando tuve que redactar mi acuerdo académico para la universidad de destino: la NHL, University of Applied Sciences en Leeuwarden, capital de Frisia, provincia de Países Bajos. El sistema es el siguiente. Seleccionas una serie de asignaturas que cursarás y, mediante una serie de formularios, esas asignaturas se convalidan por las obligatorias y optativas de tu plan original. Cuando me ví delante de todas esas asignaturas, que cursando por lo menos una decena de ellas no me servían ni para cubrir un cuatrimestre en Málaga, de las que no tenía más información que su nombre, pensé en rendirme como hicieron otros. No sabía ni el horario, ni en qué consistían, absolutamente nada. Al final opté por un módulo llamado “emprendedores” que me ofrecía 30 créditos, lo equivalente a cuatro meses en la UMA. A pesar de que sabía que estaría un año sin dar Periodismo por pura y dura desinformación. De estos módulos tampoco conocía mucho más. En Relaciones Internacionales UMA me remitían constantemente a la universidad de destino y mis interacciones con la universidad de destino tenían varios inconvenientes: no conocían mi idioma y la burocracia es aún más complicada a 2.500 kilómetros de distancia. Pero aún sin saber qué me esperaba, decidí matricularme siguiendo este sistema. Por lo menos tenía la seguridad de que recibiría 30 créditos por cuatrimestre, suficiente para no quedarme descolgado del todo del grado. O al menos eso es lo que yo creía.
LAS sorpresas con las que los estudiantes Erasmus no sólo de la UMA sino de toda España se encuentran al llegar a Países Bajos son innumerables. Mis compañeros de piso, que provienen de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Málaga, tuvieron que afrontar errores de matriculación y clases en holandés por la misma causa, tan fácil de solucionar: pura y dura desinformación. Yo, por fortuna, me integré rápidamente en el sistema holandés y, en principio, estaba cursando aquello de lo que me matriculé. Sin embargo, en mi primera reunión con el coordinador de Erasmus en Leeuwarden, comprendí que los 30 créditos que se supone que iba a conseguir no iban a ser fáciles. El sistema es completamente diferente. Tienes que completar un plan de desarrollo personal en el que tú eliges las competencias en las que debes ser ducho cuando termines tu estancia Erasmus y según lo consigas o no, recibirás unos créditos determinados. Como máximo 30. Nada que ver con el rígido sistema español con el que te matriculas de una asignatura, apruebas el examen y recibes tu recompensa. No es una crítica al sistema holandés, que se adapta como un guante a las necesidades y los deseos del alumno. Simplemente, ya que se trata de dos modelos diametralmente opuestos, me gustaría haberlo sabido antes de embarcarme.
A pesar de todo esto, por ahora la experiencia Erasmus está siendo satisfactoria. El sistema de educación holandés, como he mencionado antes, es muy diferente. Trabajo intenso en equipo, flexibilidad, interacción constante e interés por lo que el estudiante aprende, no por lo que el estudiante sabe de memoria. La posibilidad de conocer una cultura que no tiene nada que ver con la española debería poder tenerla todo alumno que se precie para completar su formación. Sin embargo esto no es posible porque, a día de hoy, no tiene a su disposición toda la información que necesita para decidir si da el paso adelante. Ni siquiera sabe lo más importante, si va a recibir el dinero que le permita sufragar los altos gastos del viaje. La beca Erasmus puede dar severos disgustos, e incluso puede derivar en una pérdida de tiempo, si la comunicación entre la universidad de origen y la de destino no es estrecha. En plena situación de crisis, es difícil centrar los esfuerzos en algo aparentemente superfluo como esto, cuando las cuantías de dinero público destinadas a estos programas están siendo recortadas: pero les aseguro que si la UMA pusiese algo más de interés en ofrecer detalles de lo que nos espera a kilómetros de distancia, podría aprovecharse aún más la beca. Porque los problemas son mucho más fáciles de resolver en español, lo aseguro.
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