CICO 26/11/13. Manuel G. Borrego. El estudiante de Periodismo Manuel García Borrego colabora de nuevo en el suplemento universitario CICO / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. En esta ocasión, explica en su artículo el porqué de las últimas polémicas sobre las becas Erasmus, un programa internacional que fomenta el intercambio de alumnos entre universidades europeas.
A vueltas con la beca Erasmus: gráficos y tablas para comprender el origen de las últimas polémicas
DESDE aprobación en 1987, el programa Erasmus ha ido adquiriendo importancia hasta convertirse en uno de los grandes temas educativos de nuestro tiempo. Con alrededor de tres millones de beneficiarios en sus 26 años de existencia y más de treinta países adscritos, este espacio de intercambio de estudiantes entre universidades europeas se ha visto en los últimos meses más cuestionado que nunca a raíz de los recortes presupuestarios por parte de las diferentes instituciones. Unos recortes que han llegado a reducir las becas hasta en un 63%. Pero como dicen los ingleses, lo primero es lo primero, así que empecemos por el principio.
LA conocida como ‘beca Erasmus’ —hay que recordar que el Erasmus por sí solo es únicamente la plaza en la universidad de destino, y no la ayuda económica— la conforman las aportaciones conjuntas pero independientes entre ellas que realizan las instituciones regionales, nacionales y europeas. Así, no recibe lo mismo un estudiante residente en Andalucía que uno de la Comunidad Valenciana, del mismo modo que no percibe lo mismo un alumno español que uno finlandés.
TAMBIÉN entra en juego el hecho de si el estudiante disfrutó o no de la beca general el año anterior —es decir, si cumplió los requisitos académicos y se encontraba por debajo del umbral de renta— o si, por el contrario, incumplió una de las dos variables estipuladas —o superó el umbral de renta o se quedó corto en los méritos académicos—. Con esta división maniquea entre becarios y no becarios se pretende distinguir a los que teóricamente necesitan y merecen más beca de los que menos, a pesar de que, como es evidente, no se encuentra en la misma situación quien se queda atrás por razones de renta que el que lo hace por motivos académicos. En cualquier caso, éstos son los criterios que se usan y es necesario tenerlos en cuenta para poder comprender la realidad actual de la beca Erasmus.
ALLÁ por 2008, en tiempos de bonanza económica —ficticia, pero al fin y al cabo la actitud era de bonanza—, el Estado, por medio del Ministerio de Educación, dotaba a los estudiantes becarios de 490 euros al mes para sus estudios de Erasmus; 190 en caso de que éstos no hubieran disfrutado de la beca general el año anterior. A esto se sumaban los 160 euros fijos de la Unión Europea y los 300 euros de la Junta de Andalucía. En total, los becarios sumaban 950 euros mensuales y los no becarios 650, una cifra suficiente para subsistir y bastante más que eso, especialmente en los países de renta más baja.
EN el curso 2010/2011 la Junta empieza a verle las orejas al lobo y reduce en 50 euros su aportación para unos y para otros, aunque eso supondría nada más que un adelanto del gran zarpazo que llegaría dos años más tarde (2012/2013), con la primera generación del plan Bolonia de aventura en el extranjero. El siguiente gráfico muestra la evolución —o involución— de las partidas de Erasmus y la pronunciada caída de la temporada 2012/2013.
HAY varias explicaciones para este repentino desplome en las becas, aunque todas pueden resumirse en una: los recortes. La Unión Europea bajó en 30 euros su aportación mensual hasta los 130; el Ministerio de Educación hizo lo propio y de 490 euros pasa a ingresar 185 a los becarios —305 euros al mes menos—, mientras que con los no becarios el cambio es de 190 euros a 100. Algo más compleja, aunque sobre el papel acertada, fue la medida de la Junta, que a partir de ese curso introduce la variable del país de destino como condicionante de la cuantía recibida. De esta forma, se crean cinco categorías de países, de la A a la E, según la cual los países más cercanos a la A serían los más caros y los E los más baratos. Ésta es la lista completa.
CLARO que el planteamiento se viene abajo cuando se observa que esto no se hace para distribuir mejor el dinero, sino para dar menos a unos y mucho menos a otros. Sumando el recorte de todas las instituciones, un becario de país A pasó de recibir 950 euros mensuales a llevarse 503; en el caso de otro becario de país E, la cuantía caía hasta 600 euros hasta tocar mínimos de apenas 350 euros mensuales. En otras palabras, la ayuda total recibida se veía reducida en casi dos tercios. Aquí la tabla que lo sintetiza mejor:
A esto se le suma un segundo error: el propósito de la Junta de garantizar un reparto equilibrado entre becarios y no becarios hizo que, por error, los segundos acabaran percibiendo más que los primeros en los países A, B y C. Como puede verse al comparar la siguiente tabla con la anterior, un no becario en un país B recibía 35 euros mensuales más que un becario en ese mismo sitio, a pesar de que, como se ha comentado anteriormente, la dinámica debería funcionar al revés.
LA Junta anunció la pasada semana que tratarían de corregir la desviación con una nueva ronda de ingresos a los becarios, de forma que en el cómputo global hayan recibido, al menos, un 8% más que los no becarios. Un gesto que les honra, aunque probablemente para algunos llega demasiado tarde, cuando el daño ya está hecho.
POR otro lado, la Consejería de Educación de la Junta también reveló, como se ve reflejado en las tablas ya presentadas, un aumento de las partidas para el año 2013/2014, sin duda un bálsamo para los estudiantes que ya se encuentran fuera y que vivieron con incertidumbre la polémica decisión del Ministerio de Educación de reducir a 0 la aportación del estado a los no becarios —antes, de 100 euros— a cambio de aumentar de 185 a 300 euros la de los becarios. Finalmente la decisión fue revocada y los no becarios mantendrán los 100 euros que recibieron el año pasado.
ADEMÁS, la Junta ha introducido otra nueva variable, la de la renta, para estos no becarios. Con ella, se distinguirá a quienes no recibieron beca general —recordamos, ajena a la Erasmus— por razones económicas y a quienes la perdieron por demérito académico pero sí se encuentran por debajo del umbral de renta. Estos últimos recibirán un plus de entre 50 y 125 en función, una vez más, del país de destino.
EN definitiva, en los últimos años se han dado pasos atrás al reducir las cuantías, consecuencia lógica, no por ello justificada, de la crisis económica; pero al mismo tiempo se han sentado las bases para que en un futuro próximo el reparto de las becas sea más ecuánime y equitativo gracias a la introducción de las diferentes variables. No tenía sentido, por ejemplo que un becario recibiera 950 euros en Polonia —cuando eso, además, va acompañado de la correspondiente beca general—, o que una persona en Hungría tuviera la misma beca que una en Dinamarca, donde el precio de la vida se dispara.
DESPUÉS de todo, resulta innegable que el del Erasmus es un tema más que complejo, y por ello conviene abordarlo en base a argumentos racionales y no recurriendo al discurso simplista y la demagogia barata.
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