EMPYRIA 14/01/14. Benito Sánchez.“Espero que con este llamamiento a la reflexión y al espíritu crítico se haga justicia a aquellos pequeños seres que son asesinados sólo por temor”. EMPYRIA /EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com comparte el texto de uno de los miembros de su asociación y redactores de su suplemento, un alegato a la defensa de las pequeñas especies que los seres humanos maltratamos por temor a picotazos y a su veneno.
Sordos, mudos y casi ciegos
ESTABA sentado estudiando en mi habitación cuando de repente, desde el salón, llegó un dialogo procedente de la televisión: ¿Cuánto vale esta botella llena de anillas de lata?”. Absolutamente nada, dije para mis adentros “¿Valdrá los 100€ que Antonia nos dice?”. Ahí no pude más que irme al salón a ver de qué iba esa historia. La verdad es que la noticia estaba tan bien cebada que a uno mismo le hacía dudar de su profundo conocimiento del precio de los metales (hay que estar preparado para todo en España). Después de otra serie de chorradas, al final, llegó la noticia que tanto habían cebado. La pobre Antonia se llevaba dos “duros” por las dos botellas llenas de chapitas de aluminio y se le quedaba una cara “curiosa”. Ella había confiado en lo que su vecina Encarnación le ha había contado, y a Encarnación a su vez, se lo había dicho un primo de…
PUES este y otros son los peligros de unir la comunicación oral y la falta de pensamiento crítico, porque la verdad es que a Antonia le hubiese costado bastante poco preguntar antes de recoger las anillas. El mayor problema viene cuando los que sufren los efectos de dicha falta de contraste son otros seres que no pueden defenderse de aquello que se dice de ellos.
OS pondré un ejemplo que tengo cercano y que siempre me dedico a desmentir. En mi pueblo hay un refrán bastante extendido que dice, “Si el can viera y la víbora oyera no habría hombre que al campo saliera”. También se puede escuchar otra versión: “Si el alacrán viera y la víbora oyera no habría hombre que al campo saliera”.
NUESTRO protagonista será el conocido en algunos pueblos de la provincia de la Málaga como “can” pero antes, os aclarare una serie de cosas:
LAS víboras con las que contamos en España son varias especies (Vipera latastei, Vipera aspis, Vipera seoanei) con algunas subespecies. Es importante aclarar que todas ellas no se consideran mortales para un adulto sano, aunque sí que pueden serlo para niños, ancianos y personas con algún problema de salud. Además como el refrán dice, en la mayoría de las serpientes el oído no es algo que podamos observar, aunque no son sordas y algunos estudios indican que perciben las vibraciones del sonido directamente a través de su cráneo.
EL alacrán Buthus occitanicus, el primer protagonista de la segunda versión del refrán, pertenece a lo que otra gente llama escorpiones y también es un animal venenoso de forma más o menos similar al caso de las víboras, no es mortal en adultos sanos y sólo podría llegar a serlo en los grupos de riesgo. Este animal además posee unos ojos de un tamaño ínfimo.
ANTES de proseguir también tengo que aclarar que ambos animales son asesinados a la mínima ocasión por muchas de las gentes que habitan nuestros campos, por el simple hecho de poseer veneno. Veneno que en ningún momento está diseñado para matar a ningún humano y son poco comunes las veces que entra en contacto con algún humano prudente.
UNA vez dicho lo anterior, os aclarare que la característica de poseer ojos minúsculos del alacrán la comparte con otros muchos seres de la península, pero con nuestro protagonista (el can) además comparte una sílaba de sonoridad similar al nombre con el que le apodan. Esto ha llevado a que tras años de difusión oral (de la segunda versión del refrán) lo más probable es que en algún momento alguien la dijese muy rápido, otro no la escuchase bien y ¡voilà! tenemos un odio aún menos justificado.
EL “can” aunque por su nombre pueda parecerlo, no es ni un perro, ni un ser mitológico. Realmente nos encontramos ante la culebrilla ciega (Blanus cinereus) único representante en Europa de la familia Amphisbaenia (reptiles que viven en el subsuelo) y un endemismo ibérico (sólo podemos encontrarles en nuestra península). Como ya he comentado en su descripción, no es un animal muy dado a ser visto puesto que vive y se alimenta bajo el suelo que pisamos. Su alimentación se basa en pequeños invertebrados y ocasionalmente alguna lagartija con un mal día. Otra cosa muy curiosa de nuestro amigo es que su aspecto es el de una lombriz de tierra que ha consumido esteroides, una lombriz de tamaño descomunal. Sus ojos son de un tamaño ínfimo, al igual que el de su boca y como último detalle diré que… NO POSEE VENENO ALGUNO, aunque sean muchos los que los matan pensando que lo tiene.
ESPERO que con este llamamiento a la reflexión y al espíritu crítico se haga justicia a aquellos pequeños seres que son asesinados sólo por temor. Además, aunque la sabiduría popular es muy rica y en muchas ocasiones certera, debemos pararnos a investigar un poco todo aquello que nos dicen y debemos tener un buen filtro, para no creer cualquier cosa. Y esto último es aplicable a cualquier ámbito de la vida, en una sociedad donde estamos sumergidos en un océano de información no está de más el pararse a reflexionar sobre la veracidad de esta.
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