EMPYRIA 15/04/14. José F. Ramírez. El suplemento EMPYRIA / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recoge de nuevo la iniciativa ‘Beer for Science’ que organiza la unidad de comunicación científica de la Universidad de Málaga, Uciencia. En esta ocasión, investigadores del Área de Dermatología de la institución académica explican al redactor del suplemento José F. Ramírez, cómo consumir una cerveza cuidando la piel.
LA fotografía la ha cedido la propia Uciencia.
‘Beer under sun’ o como tomarse una caña exponiéndose al sol de manera saludable
EL evento Beer for Science organizado en Málaga por Uciencia, la unidad de comunicación científica de la UMA, demuestra que hay docentes e investigadores interesados en la divulgación. Existen grupos de investigación en universidades públicas cuyos miembros son reacios a no difundir o comunicar su trabajo porque no consideran su labor algo importante. No es el caso de los responsables de la segunda jornada de este ciclo de encuentros entre estudiantes y científicos dedicada a los efectos del sol sobre nuestra piel.
“BEER under sun: Exposición solar saludable” fue presentada por María Victoria de Gálvez, profesora titular de Dermatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga, y el biólogo y también profesor contratado doctor en el mismo Área de Dermatología, José Aguilera, que comenzó su carrera con la investigación en fotobiología de los sistemas marinos, en la interacción de la luz con las plantas y algas y de ahí pasó a la fotobiología dermatológica. También son miembros del Grupo Español de Fotobiología dermatológica de la Academia Española de Dermatología. Los dos forman un fructífero tándem de investigación desde un punto de vista científico-clínico. Ya sea bueno o malo, estudian todo lo relacionado con la radiación solar y su efecto en la salud.
¿LE dedican más tiempo a la investigación básica o a la aplicada? José me responde. “Pues casi el mismo tiempo. La investigación básica y la aplicada van casi de la mano”. Debido a su actividad como docentes también dedican mucho tiempo a una tercera vertiente que consideran muy importante: la divulgación científica. María Victoria lo confirma. “Los resultados de las investigaciones son llevados a congresos nacionales e internacionales. A nivel local participamos en campañas de prevención en centros escolares, institutos, aulas de mayores... abarcamos todo tipo de divulgación. Y la oportunidad de contarlo mientras nos tomamos una cerveza es atractiva”.
LES hago una visita al Departamento de Dermatología de la Facultad de Medicina, justo la tarde antes de su cita en la cervecería Molly Malone's en la zona universitaria de Teatinos. Según José, a María le encanta hacerse preguntas y ella misma las utiliza para sus exposiciones. “Lo de mañana consiste en una muy breve presentación de nuestro trabajo y los servicios que ofrecemos en materia de investigación. El resto será un juego a modo de pregunta-respuesta. ¿Las cabinas de rayos uva protegen? ¿Sí o no? ¿Nos quemamos debajo de la sombrilla cuando estamos en la playa? ¿Te quemas menos si está nublado? A partir de ahí explicamos nuestras investigaciones de manera dinámica”. Su línea de investigación intenta responder a muchas preguntas de uso cotidiano. “¿Cuánto fotoprotege el pelo? Es una pregunta que nadie se ha preocupado en responder. Un año llevamos con cálculos y modelos, contando mechones de pelos, analizando su potencial de absorción de luz en equipos ópticos de laboratorio... Luego en las reuniones de la Academia nos preguntan: ¿con qué nos vais a sorprender este año los malagueños?”, comenta José entre carcajadas.
COMO suele ocurrir, hay cuestiones y creencias que confunden a todos, por eso hacen hincapié en la evidencia científica, como, por ejemplo, en cuanto a la fotoprotección de los tejidos. Me utilizan de ratón de laboratorio, como si fuera uno de los participantes de la actividad y me lanzan algunas de las preguntas. “¿Toda la ropa fotoprotege?”. Uno de sus mitos favoritos consiste en la creencia de que el lavado de la ropa aumenta el nivel de protección, porque, supuestamente, la hebra se hace pequeña, la ropa encoge y los mini agujeros que hay entre las hebras se hace pequeño, por lo que menos luz pasa. María Victoria me muestra una fotografía con una imagen de un tejido en una de las diapositivas de la presentación. “Hemos hecho estudios y ocurre lo contrario. Aunque también depende del material, del tipo de secado y de lavado”. Continúan las preguntas. “¿Protege más la ropa de color blanco o negro?”. Respondo y fallo. María Victoria me explica. “Tiene que ver con el efecto físico del tinte, porque son moléculas que se adhieren a las moléculas que conforman la hebra y que ocupa los agujeros de la ropa. El blanco es una ausencia de tinte y por tanto dejar pasar más radiación al ocupar menos espacio”. Eso mismo harán al día siguiente. El público asistente responderá y ellos dos se encargarán de explicar o mostrar los diferentes resultados, porque todas las respuestas siempre tienen un 'depende de'.
NO obstante, ninguno de los dos docentes piensa que falte información y concienciación sobre los daños que puede causar una prolongada exposición al Sol. Aunque sí que prevalecen otros factores antes que la salud, como la excesiva fijación excesiva por el bronceado entre la población joven. “Es como el tabaco. Sabes que es malo pero te fumas un cigarrillo. Pues con el bronceado igual.” Hay dos tipos de bronceados, uno más temprano y otro más tardío, pero ambos son un mecanismo de defensa. Es decir, la piel se lesiona y reacciona para protegerse ante una agresión y deriva en el bronceado que, aun así, es insuficiente ante la radiación que puede causar un daño interno. José aclara que también puede ocurrir todo lo contrario. “Hay casos de fotofobia en los que la gente evita el Sol por miedo al cáncer o al envejecimiento. Eso también es malo. El Sol hay que tomarlo porque es bueno para la salud. La vitamina D es necesaria para el soporte vital, la incorporación del calcio, el aumento de las defensas, como co-factor en distintas reacciones... Pero la misma absorción produce el daño que le lleva mutar al ADN y a producir cáncer de piel. El mensaje final: exponerse al Sol de manera razonable y saludable, pero hay que exponerse.” Me enseñan una foto para la presentación en la que una conductora tiene el lado izquierdo del rostro completamente arrugado mientras el otro se mantenía impoluto tras décadas de exposición continua por la ventanilla del vehículo.
ACABAMOS hablando de tantos temas que podrían acabar produciendo una serie de artículos que aportarían muchas respuestas a un sinfín de interrogantes del día a día. Sin duda se puede aprender mucho de María Victoria y José. Los dos se conocieron trabajando en investigaciones desde el punto de vista de adaptación de algas a la radiación solar. Analizaban sustancias con capacidad de fotoprotección, las extraían y las probaban en ratones. Con el tiempo sacaron una buena línea de trabajo en las instalaciones de la Universidad de Málaga, originando patentes propias. Actualmente cuentan con maquinaria de medida de radiación solar, que permite probarla en pacientes con problemas en la exposición al sol, ya sean patologías o alergias a ciertos productos. De hecho, José demoró un poco nuestro encuentro debido a una cita con un paciente. Estudian la aparición de cáncer de piel debido a la incidencia de la radiación solar, los factores pronóstico de otras patologías, en la prevención y en los medios de tratamiento. Muy curiosa, y posiblemente de grandes expectativas, es la línea que concierne a los efectos terapéuticos de la radiación solar en patologías como la psoriasis. Entre otras, algunas muy de moda como potenciar los efectos de la fotoprotección, el anti envejecimiento, anti-oxidantes, pantallas solares... Tienen buena química y están de acuerdo en muchas cuestiones. En otras no y las discuten, como se le exige a cualquier buen laboratorio en el que se aplique la sinergia básica del método científico.
QUEDA claro después de una larga conversación que se trata de un campo complejo. La radiación solar se comporta de forma muy diferente según sea la exposición o los tejidos. Las respuestas originan más preguntas, según José. “Todos sabemos que los tejidos protegen, pero luego nos llega un paciente que tiene un tipo de patología que incluso con camiseta le afecta y no le fotoprotege”. María Victoria habla de más casos peculiares y deja claro que hay todo tipo de patologías y reacciones distintas. “En algunos pacientes hay zonas del cuerpo que crean cierta tolerancia al sol debido a una larga exposición, lo cual parece una contradicción. Ese tipo de tolerancia a la radiación solar se utiliza para investigar el tratamiento”. De ahí surge la posibilidad de variantes de cabinas ultravioleta que podría ser utilizadas para curar enfermedades causadas por el Sol. “¡Pero no pongas que los rayos uva de las cabinas curan, que entonces todo el mundo se tira hacia ellas!”, advierte José entre risas. No les falta buen humor, por lo que su aportación al ciclo de Beer for Science promete mucho.
DÍAS después, José me habla por teléfono sobre la experiencia. “Fue muy ameno. Nos felicitaron. No esperábamos más. La respuesta fue fantástica porque esta época del año acompaña la curiosidad sobre los mitos y verdades de los efectos de la radiación solar”. En total, fueron veinticinco preguntas con las que los “clientes”, entre comillas, porque la cerveza era gratis, alzaban cartulinas azules o rojas para responder correspondientemente de manera positiva o negativa. El juego también ha sido la excusa perfecta para hacer un estudio sobre lo que se conoce y lo que no entre las personas.
ANTES de irme de su despacho, José me lanza una exclusiva, la pregunta estrella. “¿Qué protege más, una Coca-Cola o una cerveza?”. La respuesta la recordarán aquellos que pudieron asistir y un servidor: “Beberte una cerveza te protegerá más porque te la tomarás a la sombra para que no se caliente, mientras que la Coca-Cola la pedirás con hielo y no te hace falta la sombrilla”.
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