
MUJERES. 07/02/12. Gloria Valle Gil. “Quiero
hablar de la competición en la que uno entra, o te meten, o te metes (o lo que
sea que pasa) que se inicia en el momento en que estrenas maternidad. Ahí están
las madres. Todas. Cada una en su puta pompa maternal, pero siempre mirándote
de reojo para juzgar, para comparar, para sentenciar. Se inicia todo con el
parto. Cualquier decisión que tomes desde este momento, acerca de tu
maternidad, es objeto de una feroz comparación”. Gloria Valle Gil, licenciada
en Derecho, expresa en este artículo para Mujeres / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, su experiencia como
madre y las presiones a las que son sometidas las mujeres que actualmente
deciden tener hijos.
Yo no voy a las Olimpiadas
YO no voy a las
Olimpiadas. Os lo digo de verdad, no puedo más. Bueno, al menos eso es lo que
me repito muchos días. Acto seguido pienso: ¿cómo no vas a poder más?, si
podían las madres de antes, tú con más razón. Ole yo.
HE
cambiado esta visión de cara a este año 2012, es más, o la cambio o me ingresan
al paso que voy. Las madres de antes lo tenían más fácil (en muchos aspectos,
en otros ya sabemos que no) y las que vendrán también lo tendrán más fácil (le
habremos allanado el camino). Nosotras estamos en el puto limbo.
YO,
desde que me casé no he parado de dar explicaciones a los que me rodean. Tengo
casi que jurar que me casé feliz, con ilusión y por amor. Nadie se lo cree.
Además, como estás casada… pues estás fuera del mundo. Dejas de contar para tu
entorno divertido y ocioso, la diversión es exclusividad de los solter@s, sí
señoras. No te digo nada si encima te da por la descabellada idea de ser fiel.
Madre mía.
-¿PERO
tú eres fiel?
-Sí, por
ahora sí. (Digo yo, como para empatizar con la pregunta)
-Pero
entonces ¿siempre te acuestas con el mismo, no?
-Pues sí.
-¿Cuántos
años lleváis?
-Unos 8
aproximadamente
DESPARRAME, cara ojiplática y todo lo que os diga es poco. Hay gente que se llega
a escandalizar porque llevo alianza (hay gente que se la quita para salir, si
es que hay gente para todo, qué puedo decir…).
Y esto
no eran más que los preliminares para afrontar la parte de mi vida de la que
realmente quiero escribiros. Soy mamá, y esto no es moco de pavo. Sé que estáis
pensando que soy una ñoña y que ahora os voy a largar el discurso de que ya no
me miro el ombligo, que mi visión del mundo ha cambiado y que mis prioridades
en la vida son otras. No, no es eso a lo que me refiero. Tampoco voy a hacer
alusión a las ya manidas, aunque aún no atajadas, dificultades de la madre
trabajadora del siglo XXI, que debe compatibilizar todo de una tajada sin casi
ayuda. Ni de la conciliación familiar, ni de la continua alerta contra
cualquier ataque a la igualdad en cada uno de los ámbitos de nuestra vida, ni del
esfuerzo de educar a tu hij@ en la igualdad, valores, educación y autoestima,
contra viento y marea, no. Quiero hablar de la competición en la que uno entra,
o te meten, o te metes (o lo que sea que pasa) que se inicia en el momento en
que estrenas maternidad.
AHÍ
están las madres. Todas. Cada una en su puta pompa maternal, pero siempre
mirándote de reojo para juzgar, para comparar, para sentenciar. Se inicia todo
con el parto. Cualquier decisión que tomes desde este momento, acerca de tu
maternidad, es objeto de una feroz comparación. Si fue un parto sin epidural
eres más auténtica, si la pediste a voz en cuello, chungo, te rajaste amiga. Si
el percentil (este concepto se merecería un par de páginas por lo menos) de
peso de tu hij@ está alto será un gordo, si es menor o igual a 50 será
estilizado y por tanto, con lo sobrevalorado que está el físico hoy en día, más
feliz. Que si método Estivill para dormir que si yo lo meto mi cama
directamente, si gatea es más listo, si no gatea, pues ya os imagináis, si
habla pronto, porque es pronto, si habla tarde por tarde, si el cole es público
malo, si es privado peor, si le haces la comida ganas puntos, si le das potitos
los pierdes, si le paseas mucho eres una total
mother, si no le sacas de casa es horrible, si pides tutoría con su
profe…uf, aquí tengo que pararme porque si tú pides tutoría eres la hostia (con
perdón) a nivel maternidad, una verdadera madre responsable, ¡aunque esté en su
primer año de guardería!, ¿eh?. Puede que seas de llevarle al teatro (con lo
que te conviertes de golpe y porrazo en madre super culta) o al circo (adquiere
un toque sórdido en este caso), puede que coma suficiente fruta a la semana o
puede que no, en cuyo supuesto siempre hay alguna madre que casi te recita de
memoria la “alimentación de niño sano”. Si compras mucha ropa a tu hijo eres
una derrochadora, si le compras poca ¡eres una rata con tu propio hijo!, si
acudes a hospital público es lo mejor, si vas a la privada le quieres más. Si
le pones dibujos pasas de él, si juegas todas las tardes con él eres una madre
perroflauta. Podría estar así, imaginaos…hasta el infinito y más allá (Buzz
Lightyear dixit).
Y ahí
estás tú. En el filo de la navaja todo el tiempo. Ahora por aquí, ahora por
allá. Evitando conversaciones de madres en columpios, en la sala de espera del
pediatra, en el trabajo…bandeando como puedes la situación. Pensando en que
debes ser la mejor madre para tu hij@, teniendo como modelo a tu propia madre y
a las de alrededor. Pero claro, tu madre no perteneció a la cultura del ocio en
la que hemos crecido, quizá casi nunca se emborrachó, o no se acostó a las 12
de la mañana del domingo, no viajó sola con sus amigas, tuvo tan solo una
relación (la de tu padre), sacrificó viajes, ropa, vicios y momentos a solas
con su pareja a favor de ell@s y puede que hasta no trabajara. Tampoco tenía
que tener la escopeta cargada todo el día contra el machismo, reparto de tareas,
etc. No tenía que jurar que ella lo que quería era tener hijos. Nada de eso.
ENTONCES llega un día en que decides salir o hacer una escapada con el padre de
la criatura. Y tienes que luchar, en primer lugar, contra el esfuerzo físico de
dejar todo preparado (para molestar lo menos posible al destinatario del
cuidado de tu hij@ y para sentirte tú bien, la verdad), en segundo lugar contra
el psicológico, porque te separas de él para ocio (que no para trabajo, en cuyo
caso tu conciencia te perdona porque para ocio, nunca lo hará), en tercer lugar
contra tu madre, que se lo va a quedar para la ocasión y te mira con ojos de
“vaya tela” y te dice frases como “no beberás mucho, ¿no?” y “¿no te acostarás
muy tarde, ¿verdad?, seguido de “que tienes un niño ya” y culminando con un
“vente prontito por él”. Con lo que al final estás segura de que la respuesta a
las dos preguntas es ‘no’. Pero aquí no queda todo, y es ahora cuando viene la
gran puñalada. Comentas a las demás madres tu intención de salir o viajar y la
primera pregunta que te cae es “pero, ¿sin tu hijo?” y “¿otra vez?”. Ahí te han
dado. Duele, de verdad, y mucho.
NO, si
quieres me lo llevo a los bares de marcha o al circuito de spa de fin de semana
y con respecto a ¿otra vez?, ¿qué significa otra vez? ¿Que salgo mucho?,
¿demasiado?, ¿más de lo que una buena madre sale o debe salir?
ESTOY casada,
soy fiel, soy madre, trabajo, me puse epidural, mi hijo está en el percentil 50
de peso, nunca hice el método Estivill, de hecho duerme en mi cama con 3 años,
gateó muchísimo y habló pronto. Asiste a un colegio público, ha comido los
potitos necesarios para poder viajar y pasear sin prisas, soy carne de la Seguridad Social,
pedí tutoría en la guardería, lo reconozco, alguna vez le he llevado al teatro,
no le compro demasiada ropa cada temporada, juego a menudo con él (cuando no
estoy muy cansada), salgo de marcha unas cuantas veces al año y cuando lo hago
bebo y fumo cuanto quiero. Me curro lo del género a tope con él, leo poco, a
veces no tengo el uniforme preparado para el cole…en fin, lean y juzguen, pero
no sean muy crueles conmigo que ya lo es el resto del mundo. Con estar en el
percentil 50 de ‘madres’ me conformo. Lo que sí sé es que le quiero mucho, ni
más ni menos que otra madre, simplemente mucho y supongo que con eso será
suficiente para que sea un adulto feliz.
NI
qué decir tiene que no hay nada como él (mi hijo). Nada comparable y que todo
lo que hago por él me merece la pena y así seguirá siendo hasta que la palme,
pero no echemos más leña al fuego nosotras, que ya es bastante duro. No
compitamos aquí, que es demasiado difícil y muy bonito como para estropearlo
con tonterías.
PUEDE ver
aquí anteriores publicaciones de Mujeres / EL
OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com:
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